Historia de puertos, motines y coraje
Published by desafiandorutas under on 10:32Viajar tantos kilómetros es trazar un tajo en la planicie. Uno se arma de paciencia y apresta los sentidos…. Sabe que a cada paso una pincelada avisa un lugar, un animal, un hito…
Emerge San Julián, atractiva, con su esplendor climático que le aporta el faldeo que desciende a la bahía. Típica instalación portuaria patagónica con el encanto de la simpleza.
La costa es extensa, las playas se sumergen en un mar tan azul, tan limpio que sorprende. Uno se queda horas observando el ir y venir de las olas hacia los acantilados, el suave vaivén que coquetea con la arena. La costa casi vertical frena la fuerza del viento y la bahía se transforma en un santuario de la fauna costera y marina.
San Julián resguardó navegantes osados, Hernán de Magallanes estuvo aquí en el 1.520. Llegó a las aguas de Puerto San Julián el 31 de marzo, el día siguiente era Domingo de Ramos. Plantó una cruz y se celebró la primera misa en nuestras tierras. Esa misma noche sufrió un motín. De los 42 hombres de su tripulación sólo volvieron 18 a España.
El Nao Victoria, su barco, él único que logró dar la vuelta al mundo volviendo a España, tiene su réplica a escala en la costanera. La historia sorprendente y trágica, se relata en un espectáculo de luz y sonidos.
San Julián entremezcla corrientes inmigratorias que estamparon su marca en la arquitectura, ecléctica, casas de chapa, techos a dos aguas, ventanas sin persianas y cortinas blancas conforman la parte más antigua del pueblo.
En la cerrada bahía aún se mantiene el Muelle Viejo, custodio de historias. De allí parten excursiones para observar las toninas overas jugar saltando, bailando con su frac elegante posando para las fotos en un universo casi virgen mar, viento, mesetas.
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Réplica única, del Nao Victoria. Atractivo histórico-cultural-turístico. Detrás la bahía de San Julián ![]() |
