Segunda parte. Ruta 3, Monte León
Published by desafiandorutas under on 18:07Ocres, azules, ñandúes, guanacos y el León en piedra
La manada de guanacos mira con asombro y desconfianza. Las garbosas siluetas canelas se recortan contra el horizonte. Imposible transitar este camino sin sorprenderse con ellas. Observan todo con curiosidad.
La entrada al Parque Nacional Monte León invita a deslizarse despacio, la naturaleza muestra sus secretos, y lo hace con todo su esplendor. El paisaje cambia, se torna caliza, la huella sube y baja, detrás de las curvas aparecen cuevas, huecos, cerros.
Guanacos, zorros, ñandúes, pumas escapan de los sonidos de los visitantes, corren, saltan, cruzan la traza. No se puede desandar la 3 sin entrar a la Reserva Monte León donde una silueta echada, esculpida por las brisas marinas, custodia la lejanía.
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Las garbosas siluetas canelas de los guanacos sorprenden a los visitantes |
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La entrada del parque invita a recorrerlo |
La estepa patagónica se duerme sobre el mar. El final del camino es de una belleza abrumadora. Acantilados, la playa interminable, islas, pequeñas bahías, y la inmensidad del mar reciben la vida silvestre en libertad, dándole protección y resguardo del mar helado a pingüinos magallánicos, bandadas de cormoranes, gaviotas que entremezclan colores y graznidos.
La imponente belleza acoge la pluralidad de la fauna patagónica terrestre y acuática. Uno camina por la huella surcada por los rastros hacia los nidos de miles de pingüinos. Marcan su terreno, atenta la mirada cuidando su cría.
Especies autóctonas conviven, entre el paisaje de cañadones y arbustos, alrededor del cerro Monte León y su morro. Sus amarillos tonos dan un mimo al mar azul y verde que trae ejemplares de lobos y elefantes marinos y lleva las algas acompasadas por el oleaje.
Las cuevas y grutas que horadó el mar en sus constantes golpes contra los acantilados dibujan imágenes cambiantes cuando camina el sol, juegan las nubes y el agua salada las invade. Los claros y sombras se filtran y hechizan.
Senderos que invaden espacios de nidificación de los pingüinos
Al recorrer la pasarela desde la costa se intuye la mirada atenta de algún puma perezoso, descubrir los rastros de su almuerzo y apurar el paso es un sólo movimiento. El auto es un refugio cálido ante el gélido aire que nos empuja dentro.
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Protagonista del lugar |
Soledad, nadie más en la Reserva. Los protagonistas del lugar se renuevan cada año y la primavera hace florecer la estepa, la mata verde llena el aire con su perfume.
Partir, perseguir el sueño de libertad llevando en la mirada la majestuosidad del paisaje. Volveremos.